Los medios y las “realidades” mediáticas".
Un peculiar uso de la palabra conmoción
El diario Clarín, patrón de patrones de la corporación periodística local,
no se priva de nada a la hora de generar terror…y desinformación. Acerca del
uso del sustantivo calificador
El Grupo Clarín y su particular método de construir "realidades".
Por Víctor Ego Ducrot | Desde Buenos Aires
19|05|2009
A las 9 y 36 minutos de la mañana del martes 19 de mayo de 2009, la página
electrónica del diario Clarín, de Buenos Aires, difundía la siguiente
información: Conmoción en la Ciudad y el GBA por tres violentos casos de
inseguridad. Ocurrieron ayer, con diferencia de horas. En Mataderos, un
hombre de 70 años fue asesinado al resistirse al robo de su auto. Y dos
ladrones murieron en tiroteos con la Policía, que intentaba impedir dos
asaltos, uno en Ingeniero Maschwitz y otro en Parque Chas.
No trata este artículo sobre la evolución de la curva del delito en un
conglomerado urbano como el de Buenos Aires –la ciudad y su área
metropolitana o Gran Buenos Aires, unos 12 millones de habitantes según el
censo de 2001– ni mucho menos negar la gravedad de los tres hechos
consignados por el matutino porteño. La propuesta consiste en reflexionar
sobre los mecanismos, sobre las herramientas que utilizan lo medios
periodísticos pertenecientes al oligopolio de la corporación mediática, para
crear sus propias “realidades”.
El modelo teórico y metodológico Intencionalidad Editorial, desarrollado en
la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (FPyCS) de la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP) y recogido en sus primeras aproximaciones por un
libro de próxima aparición (El sigilo y la nocturnidad de las prácticas
periodísticas hegemónicas, compilado y prologado por quien esto escribe)
plantea (entre muchos otros conceptos) y reconoce como legítimo y
perteneciente a la naturaleza misma del periodismo que sus discursos se
inscriben dentro del campo de la puja por el poder, y que el fin último de
los mismos es la construcción de sentidos hegemónicos.
Por consiguiente, considera que no existe el discurso periodístico imparcial
(en el marco del desarrollo teórico se habla de procesos, no de discursos) y
que las parcialidades se construyen básicamente desde tres campos: la
selección de agenda (temas a tratar), el recorte de fuentes (voces con las
cuales se traza la noticia, la información) y las herramientas de gramáticas
periodistas (las que ofrecen una amplia gama de posibilidades, en
consideración de géneros y diversidad de soportes –gráficos tradicionales,
audiovisuales y digitales–).
Dentro de esos parámetros funcionan el diario Clarín y todos los medios
periodísticos, de cualquier posicionamiento editorial. Y ello es así porque
no hay discurso periodístico que pueda plasmarse de otra forma. Lo que
nuestro modelo teórico y metodológico cuestiona no es la construcción y
difusión de parcialidades sino que las mismas aparezcan encubiertas por los
velos de la Objetividad como mito hegemónico (por necesidad de eficacia a la
hora de construir sentidos hegemónicos, presentar esas parcialidades, que
son de grupo o de clase, como valores universales, como verdades “objetivas”
).
En atención al cumplimiento de dos derechos y garantías que deben ser
contemplados por todo orden democrático (y proclamados por los propios
medios hegemónicos) –el derecho de todos y todas a informar y a estar
informados, y la libertad de prensa, que rige para todos y todas, no sólo
para las empresas de medios y para los periodistas– el diario Clarín (y
todos los medios) están obligados a cumplir con un conjunto de preceptivas
profesionales, reconocidas por el conjunto de la comunidad aplicada a estos
tópicos, e incluso, una vez más, por los propios medios hegemónicos.
El no cumplimiento de esas normas se transforma en un atentado sistemático
contra los principios anunciados de derecho a la información y de libertad
de prensa.
Cuando el diario Clarín, en la nota de su portal electrónico que nos ocupa,
sostiene que en la ciudad y el gran Buenos Aires impera la conmoción por
tres violentos casos de inseguridad, desconoce, niega, oculta y tergiversa
el significado de la palabra conmoción.
El diccionario de la Real Academia Española nos informa al respecto: (Del
lat. commotĭo, -ōnis). 1. f. Movimiento o perturbación violenta del ánimo o
del cuerpo. 2. f. Tumulto, levantamiento, alteración de un Estado, provincia
o pueblo. 3. f. Movimiento sísmico muy perceptible.
Esa manipulación de los métodos aplicables a la construcción de
parcialidades, y la utilización en forma indiscriminada de la objetividad
como mito hegemónico concluyen en lo que quizá sea el grado más alto de
desinformación: la construcción de “realidades” mediáticas ajenas al campo
de la realidad.
Los tres episodios en cuestión, graves y de suficiente envergadura como para
convertirse en materia noticiable, según la selección de agenda a la que
tiene derecho todo medio periodístico, pudieron haber registrado, al tiempo
de la difusión de la noticia, cualquier tipo reacción. Pero ningún habitante
de la ciudad y del Gran Buenos Aires fue partícipe o testigo de movimiento o
perturbación violenta (…) alguna, ni de ningún tumulto, levantamiento,
alteración de un Estado, provincia o pueblo, ni mucho menos de un movimiento
sísmico muy perceptible.
Si a las breves consideraciones que hace este artículo sobre el
comportamiento puntual de Clarín digital en la información difundida el
martes 19 de mayo a las 9 y 36 minutos de la mañana, las cruzamos con los
resultados que arrojaron algunos de los detallados análisis realizados por
el Observatorio de Medios de Argentina, de la FPyCS de la UNLP, respecto del
mismo diario Clarín a lo largo del año pasado (ver www.pecyp.com.ar y
elobservatoriodemediosdeargentina.blogspot.com), podríamos concluir que ese
diario sí pretende provocar un conmoción, en sentido metafórico, según se
desprende de otra acepción que le reconoce el diccionario de la Real
Academia Española, cuando se refiere a la cerebral: 1. f. Estado de
aturdimiento o de pérdida del conocimiento, producido por un golpe en la
cabeza, por una descarga eléctrica o por los efectos de una violenta
explosión…la explosión desinformativa para la cual trabajan los oligopolios
mediáticos.
Vìctor Ego Ducrot
Facultad de Periodismo y Comunicación Social
Universidad Nacional de La Plata
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